LIDERAZGO TRANSFORMADOR DE LAS MUJERES
Las mujeres son protagonistas de procesos de construcción de resiliencia en sus comunidades, organizaciones, familias. Ellas transforman y crean, aportan sus saberes y su trabajo para el cuidado y la reproducción de la vida. No obstante, en contextos donde persiste una cultura patriarcal modelando las relaciones en los espacios familiares, laborales y públicos, ellas están en desventaja. Ante las situaciones de crisis y tensiones suelen ser también las más afectadas.
Potenciar sus contribuciones y la plena realización de sus derechos demanda un constante trabajo por la igualdad de género. Va más allá de una simple cuestión técnica: exige un compromiso ético y político con la equidad social. Significa trabajar desde la perspectiva feminista, que aporta el marco conceptual y metodológico, y los instrumentos críticos necesarios para distinguir que no solo urge indagar en torno a las acciones concretas de mujeres y hombres, sino también escudriñar en los valores, reglas, normas, actitudes, creencias y representaciones sociales que sirven de sostén a la falsa noción de la superioridad masculina y las desigualdades de género en general.
Junto con el marco feminista, es necesario impulsar el liderazgo transformador de las mujeres (LTM), como un proceso de cambio cardinal para desarrollar resiliencia. Este comprende la transformación individual y colectiva, para movilizar el poder de las mujeres, sus recursos y capacidades, en función de gestionar estructuras y procesos de forma inclusiva, no opresiva. Implica entender cómo funcionan las relaciones de poder entre los géneros, y cambiarlas para propiciar procesos duraderos de empoderamiento y ejercicio pleno de los derechos de las mujeres.
¿Qué cambios pueden lograrse desde el liderazgo transformador de las mujeres, que propicien una mayor capacidad para hacer frente a las crisis y las tensiones, y procurar bienestar?
Entre ellos se destacan una mayor autoconfianza de las mujeres, con mejores conocimientos y habilidades para participar e influir en la toma de decisiones sobre aquellos asuntos que les afectan; el crecimiento personal y el fortalecimiento de sus aspiraciones y competencias para diversificar sus medios de vida; un mayor acceso y control sobre los recursos y los ingresos, y, por tanto, más autonomía para ellas; una mayor presencia y reconocimiento como lideresas y personas influyentes en el ámbito público; la redistribución equitativa del trabajo no remunerado de los cuidados, lo cual reduce su sobrecarga; la transformación de imaginarios, actitudes y normas sociales que sustentan las violencias machistas y mantiene a las mujeres en roles de cuidadoras, excluidas de los “empleos de hombres”, en puestos de menor remuneración o “con techos de cristal”.
Apostar por los derechos de las mujeres y su liderazgo transformador resulta esencial para construir resiliencia. Debería integrarse en los valores y formas de trabajar de colectivos e instituciones, y en el diseño e implementación de programas, políticas, proyectos y presupuestos. En ese sentido, esta Plataforma no brinda fórmulas ni respuestas a todas las inquietudes que puedan emerger. Pero sí asume el reto de servir de apoyo a la reflexión, el aprendizaje y la difusión de conocimientos, para promover, en diversos ámbitos, relaciones de género más justas y una acción comprometida con la equidad, frente a un contexto de crecientes riesgos, vulnerabilidades y desigualdad.